En el ámbito de la pyme, la transferencia de riesgos de RC se realiza mediante pólizas Multirriesgo que incluyen esa garantía. Es una práctica habitual que quizás facilita la contratación de la póliza, “pero no da la solución adecuada a la necesidad del cliente ya que la inclusión en un Multirriesgo viene delimitada por la limitación de los límites asegurados, normalmente insuficientes, extensión de garantías no contratables, etc.”, comenta Óscar Rodríguez, director de Desarrollo Estratégico de HD+ Correduría de Seguros. En su opinión, “si no se evidencian las necesidades, no se puede poner en valor el coste real de la transferencia de riesgos”. Por eso, “la tendencia actual en el ramo debería derivarse hacia una contratación directa del ramo de Responsabilidad Civil, extrayendo la misma del Multirriesgo empresarial, al menos en aquellas actividades económicas que superen 1,5-2 millones de facturación, por norma general”.
ENTREVISTA PUBLICADA EN LA REVISTA PYMESEGUROS Nº 135
HD+ Correduría -comenta su director de Desarrollo Estratégico- “focaliza su negocio en el ámbito corporativo y, por tanto, en el asesoramiento al cliente en la transferencia de sus riesgos. Así pues, la transferencia de los riesgos patrimoniales indirectos de nuestros clientes es uno de nuestros principales focos de actuación”. En la actualidad, el volumen de negocio corporativo de HD+ alcanza el 90% del volumen total de negocio gestionado, “fruto del propósito fundacional de la correduría basado en la prestación de servicios aseguradores para el ámbito corporativo, acompañado de la correspondiente gerencia de riesgos, básica para consolidar un asesoramiento óptimo para nuestros clientes corporativos, representando el ramo de Responsabilidad Civil cerca del 30%”, explica Óscar Rodríguez.
Observa que “habitualmente, en el ámbito de la pyme, la transferencia de riesgos se realiza mediante pólizas Multirriesgo que incluyen la garantía de responsabilidad civil en el cuadro de garantías. Ello significa que si bien se está contratando dicha garantía, esta no se computa como ramo puro y, por tanto, no entra en el detalle de ramos suscritos por las corredurías de seguros siendo difícil establecer cuál es el volumen de negocio de dicha garantía”.
A su entender, “es una práctica habitual que quizás facilita la contratación de la póliza, pero no da la solución adecuada a la necesidad del cliente ya que la inclusión en un Multirriesgo viene delimitada por la limitación de los límites asegurados, normalmente insuficientes, extensión de garantías no contratables, etc. Es función del corredor educar y formar al cliente en la detección de los riesgos inherentes a la actividad económica y, por tanto, su valor añadido reside en no ofertar un mejor precio sino proponer las soluciones adecuadas a las necesidades. Pero si no se evidencian las necesidades, no se puede poner en valor el coste real de la transferencia de riesgos”.
Su experiencia le confirma que “al cliente, si bien le preocupa el coste de dicha transferencia, más le preocupa concienciarse de los riesgos que pueden impactar en su patrimonio, incluso en la supervivencia de su negocio. Por eso, una vez se han evidenciado estos y se le proponen soluciones, el factor coste pasa a segundo plano.
Por ello, la tendencia actual en el ramo debería derivarse hacia una contratación directa del ramo de Responsabilidad Civil, extrayendo la misma del Multirriesgo empresarial, al menos en aquellas actividades económicas que superen 1,5-2 millones de facturación, por norma general”.
En opinión del director de Desarrollo Estratégico de HD+, “la situación económica no determina una mayor o menor incidencia en una u otra garantía de responsabilidad civil. Si bien es cierto que el ciclo económico determina un mayor o menor volumen de actividad, la casuística causal del siniestro no indica una mayor o menor incidencia en una u otra garantía. Lo que realmente está determinando más incidencia en según qué garantías -como RC Patronal, RC Producto y sus derivadas (retirada de producto, sustitución de producto), RC Profesional-, es el cambio de paradigma social y tecnológico que conlleva intrínseco una mayor rapidez en las operaciones y toma de decisiones, una mayor apuesta por la investigación y desarrollo de productos y servicios más eficientes, basados en tecnologías de nueva creación, quizás no suficientemente testadas, etc. Eso conlleva una mayor exposición al error y a la comisión de daños y perjuicios que acaban derivando en forma de responsabilidades civiles”.
“También observamos – continúa- un cambio de visión jurisprudencial acentuado, materializado en una mayor sobreprotección a los daños personales favoreciendo que dicha visión jurisprudencial incorpore una mayor valoración objetiva de la responsabilidad civil, provocando que aumente el monto global de las indemnizaciones por responsabilidad civil, especialmente en el ámbito de la RC Patronal”.
Desde hace unos años, se ha producido un mayor incremento en el rehúse de siniestros, que Óscar Rodríguez piensa que “más allá de las propias políticas de los aseguradores en la interpretación y aplicación restrictiva del clausulado contractual, viene motivado por otro cambio de paradigma en el sector. Creo que el periodo de pandemia Covid 19 y post pandemia ha acentuado en dos factores fundamentales. El primero, basado en la pérdida de la esencia aseguradora por parte de las compañías que en los últimos años han priorizado la obtención de un mayor rédito de sus operaciones, basando su estrategia no en la prestación del servicio sino en la consecución del beneficio, lo que conlleva implícito, un análisis interpretativo más restrictivo del clausulado contractual, incluso modificando y endureciendo los mismos, recortando la casuística con derecho a indemnización, a veces de forma opaca, e introduciendo cláusulas limitativas de difícil interpretación. El segundo, motivado por el cambio generacional de recursos humanos, que mediante el mecanismo de la prejubilación, están sustituyendo personal cualificado, con dilatada experiencia en la liquidación de siniestros, por personal de nuevas generaciones, con menor experiencia, con menor capacidad de toma de decisiones – estandarización de procedimientos y robotización del análisis mediante IA”.
El director de Desarrollo Estratégico de HD+ piensa que “RC es un ramo con un alto potencial de crecimiento, dado que deberá dar respuesta no sólo a los perfiles de riesgo actuales sino, también, a la ola de nuevas profesiones basadas en el avance tecnológico, y, en muchos casos, referidos a la responsabilidad civil profesional. Todo ello revertirá en una mayor casuística siniestral, de mayor complejidad de interpretación, que provocará cambios profundos en toda la cadena de valor de la industria aseguradora, especialmente en los tramitadores de siniestros, abogados y peritos, que deberán adaptar sus conocimientos para mayor comprensión del nexo causal y sus consecuencias, provocando una mayor especialización y quizás un reajuste más estricto de las cláusulas contractuales. Por tanto, el potencial de crecimiento no se basará sólo en un mayor número de operaciones contratadas sino, también, en el incremento de las primas para poder absorber aquella casuística siniestral, mucha de ella actualmente aún no conocida, que obligará a asumir mayor coste de gestión en las estructuras internas implicadas, así como la búsqueda del equilibrio técnico y margen neto”.
Para Rodríguez, la revolución tecnológica implicará un nuevo paradigma en todos los ámbitos. Pero debido a la rapidez con la que actúa la revolución tecnológica, ciertamente los gaps de falta de cobertura son y serán cada vez más evidentes estableciéndose estatus muy divergentes entre propuestas aseguradoras y necesidades de los clientes”.
La solución no es fácil pues, en HD+ creen que “el asegurador nacional, quizás presionado por la prioridad de alcanzar un mayor resultado positivo en sus cuentas anuales, es extremadamente prudente y cada vez denota mayor aversión al riesgo. Por tanto, la solución pasa por, desde la mediación, especializarse en los nichos de mercado en los que puede aportar valor añadido, no sólo para el cliente sino también para el asegurador. Por un lado, puede aportar información suficiente del riesgo para una evaluación adecuada por el asegurador, junto con la posibilidad de generar una economía de escala capaz de generar una masa crítica suficiente que pueda diluir el impacto de la siniestralidad. Sería una opción ante los riesgos que no gozan de cobertura, pues se trata de generar el entorno necesario para que el actuario pueda valorar positivamente la asunción del riesgo. La otra solución es acudir al mercado internacional, que suele gozar de una menor aversión al riesgo y la restricción del clausulado contractual es mucho menor que las de los aseguradores nacionales”.
Cada vez se habla más de la importancia de que en las pólizas de seguros se especifique claramente a quién y qué se cubre porque la manera en la que esté redactado, determinará la responsabilidad o no de la aseguradora. Óscar Rodríguez piensa que “la industria aseguradora a quien protege no es a los clientes asegurados, en forma de ONG, por lo que la obligación del asegurador es generar beneficio para el accionista y evidentemente para asegurar su subsistencia en el futuro. Por ello, que las cláusulas sean más o menos restrictivas o más o menos opacas es una estrategia para la consecución de sus objetivos. El mediador debe forzar que la póliza sea más clara, más laxa o menos opaca en defensa de los intereses del asegurado y ello pasará siempre por la propuesta de un negocio a tres bandas B2B2C. Es decir, si todos los actores intervinientes (asegurador, mediador y asegurado) no se sienten satisfechos, no hay negocio futuro.
Para ello, el mediador deberá desarrollar gerencia de riesgos entre sus clientes, identificar los gaps, utilizar la imaginación conjugando límites de cobertura y franquicias para provocar que aquella divergencia mencionada acabe convergiendo en una buena o nueva cobertura, pues en el transcurrir de los años los cuadros aseguradores han mejorado sustancialmente, de la mano de la presión de la sociedad civil, a través de los corredores, a los aseguradores para que adapten sus soluciones a las necesidades reales”.
Para Rodríguez, en el seguro de RC influye el hecho de que haya riesgos operacionales que se estén desplazando de los operarios a los robots y sus algoritmos porque el sector asegurador tendrá que adaptar sus clausulados y formar a sus empleados (suscriptores, tramitadores, externos –peritos y abogados -, etc.), en la gestión de los nuevos riesgos inherentes a la revolución tecnológica, al igual que ha hecho la sociedad civil adaptándose al uso de las nuevas tecnologías y sus dispositivos o la industria formando adecuadamente a los operarios que gestionan dichos robots. La automatización y robotización y sus componentes tecnológicas, ni reduce ni elimina riesgos, simplemente genera riesgos, de los que derivarán responsabilidades civiles que deberán interpretarse de forma diferente. La revolución tecnológica comportará un nuevo paradigma operacional que generará nueva casuística siniestral, y ello deberá gestionarse con el correspondiente nivel de conocimiento adecuado. De lo contrario, la aversión al riesgo del asegurador aumentará y colapsará la capacidad de colocación de riesgos, por la dificultad o incapacidad de discernir el nexo causal y sus consecuencias”.
No cree que “ningún responsable de una pyme sea consciente por sí mismo de la multitud de riesgos inherentes a su operativa, de diversa índole y de la complejidad que entraña la transferencia de los mismos al sector asegurador. Por defecto, el término general utilizado para comercializar las pólizas de responsabilidad civil, RC Explotacion, RC General, RC Profesional y todas las subgarantías derivadas, induce a error en el contratante pues suele asumir que los términos en los que se expresa el título incluye toda la casuística de riesgos que está asumiendo, no siendo consciente que una póliza de Responsabilidad Civil suele incluir por defecto entre 30 y 40 exclusiones que impactan directamente en multitud de riesgos inherentes a su actividad, por no hablar de los ámbitos territoriales, temporales o jurisdiccionales, y que presupone quedan recogidos en dicho título genérico. La comprensión de los riesgos que asume la empresa sólo será efectiva mediante el despliegue de una política de gerencia de riesgos que analice uno por uno los ámbitos operacionales de la misma, siendo posteriormente necesario cotejar el correspondiente mapa de riesgos con la póliza a contratar y sus múltiples exclusiones para conseguir una transferencia de riesgos óptima y posterior gestión interna de aquellos que siendo conscientes de su existencia no pueden ser transferidos al mercado asegurador. En este ámbito, el corredor debe evidenciar la multitud de riesgos que genera la actividad económica”.
Hay corredores que se quejan de la insuficiencia de capitales de muchas de las pólizas de RC. Óscar Rodríguez señala que “acotar el límite por siniestro rebaja la exposición de riesgo acotando el ratio de siniestralidad, pero también cabe decir que la adaptación de los capitales a la necesidad actual de los clientes viene determinada, también, por la dificultad de los aseguradores de ser ágiles en la interpretación de las tendencias del mercado y su adaptación a ellas”.
Entre los retos a los se enfrenta el ramo de RC profesional están “la revolución tecnológica que comportará la aparición de nuevas profesiones, muchas de ellas basadas en el desarrollo tecnológico de software, más o menos inteligentes y hardware de múltiples apariencias, y ello implicará analizar los nuevos riesgos operacionales que de ellas se deriven, adaptar los clausulados y, una vez más, ello exigirá que los profesionales deban tener formación tecnológica adecuada para entender las fuentes de riesgo y poder discernir sobre el nexo causal y dilucidar las correspondientes responsabilidades”.
Tras el Covid se ha producido un aumento de profesiones nuevas como especialistas en posicionamiento SEO, Advertising/SEM, Inbound Marketing, Social Media y Community Managers, Analítica y Big Data, Ingeniería de software, Especialistas en software, Data scientist e Inteligencia Artificial… La esencia aseguradora de estas profesiones ya estaba consolidada porque ya existían en el mercado asegurador, ya que el cambio reside en los medios utilizados para su desarrollo en remoto pero no en su nexo causal. Quizás lo que realmente sí tendrá un efecto directo sobre el ramo es cómo se comparte dicho nexo causal entre la esencia propia del servicio prestado y los medios utilizados para dicha prestación, puesto que el nexo causal puede nacer en la propia prestación técnica del servicio o en el desarrollo del soporte tecnológico mediante el cual se realiza dicha prestación, lo que podrá generar mucha dificultad, en muchos casos, en discernir si la causa nace en uno u otro o en ambos de forma concomitante, lo que supondrá la existencia de responsabilidades civiles compartidas entre varios actores y la dificultad de dilucidar en cuál o en qué porcentajes participa cada uno de los actores”.
En opinión de Rodríguez, el sector asegurador se halla inmerso en un proceso de involución, fruto de la necesidad de ofrecer a sus accionistas un mayor rédito, mediante la disminución del impacto de la siniestralidad, que le obliga a ser más prudente y cauto en los estándares de suscripción, circunstancia que no le permite tener la flexibilidad necesaria para adaptarse con agilidad a las nuevas tendencias y retos de la economía actual, especialmente por lo que se refiere a la revolución digital y tecnológica, dificultando en exceso la transferencia de riesgos y, en algunas ocasiones, colapsando la misma en según qué sectores de actividad económica.
Ello conlleva una mayor opacidad en la relación asegurador-corredor que dificulta la capacidad de suscripción y elimina la capacidad de matizar conjuntamente los riesgos objeto de transferencia, eliminando la posibilidad de negociación en riesgos que si bien pueden considerarse agravados por pertenecer a una familia de actividad, bien pudieran ser suscritos con matices e imaginación, conjugando límites asegurados con franquicias específicas y clausulas limitativas”.
Por tanto, agradecería que “el sector asegurador huyera de su estatus actual de máxima prudencia y cautela, recuperando su esencia natural de asunción de riesgos, sin perder el objetivo del equilibrio técnico, compartiendo profesionalidad con los corredores, consolidando el trinomio B2B2C, en el que el equilibrio prestación de servicio y rentabilidad para todos los actores es positivo”.
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