En 2039, el 41,5% de la población española tendrá más de 55 años. Ante este panorama, el debate sobre el envejecimiento y los servicios y cuidados a los mayores se hace más que necesario. Sin embargo, el mensaje no parece preocupar a la sociedad y el seguro de Dependencia adolece de una escasa penetración. Y en ello tiene mucho que ver el desconocimiento de la población hacia este producto, pero también una fiscalidad no propicia para su contratación, lo que se une a una prima poco asequible. Unos retos que el sector tiene que abordar dada la importancia de esta protección.
Según datos del Imserso, en España hay más de 6,5 millones de ciudadanos potencialmente dependientes, pero solo 2 millones de solicitantes de una ayuda pública, ya sea asistencial o económica. De ellos, 1,5 millones han obtenido esa subvención, para la que han tenido que esperar de media casi un año (324 días). Además, las ayudas medias se encuentran en los 140 euros y el máximo supone 698 euros. En resumen, "elevada demanda y necesidad, plazos largos hasta la concesión de las ayudas públicas y, por último, importes de las ayudas quizá no suficientes en algunos casos”, explica Virginia Calderón, subdirectora de Vida Particulares de Mapfre España. Unos datos que ponen de relieve las carencias del sistema público y la importancia de contar con un seguro de Dependencia. Ahora bien, este producto tiene unos hándicaps importantes que está ralentizando su comercialización. Uno de los principales detalles que aprecia es que “algunas de las compañías que lo trabajan tienen una fecha de fin de mantenimiento de la cobertura”, de modo que, alcanzada una determinada edad, el tomador podría quedar sin protección. Además, no todas generan una renta vitalicia, sino que lo hacen mediante un pago en capital. Y, por último, algunas solo cubren riesgos estrictamente relacionado con la dependencia”.
José Antonio Buzón, director técnico y gerente de Cohebu Correduría de Seguros, añade que el seguro de Dependencia es un claro desconocido para la sociedad en general, “incluso para los mediadores”, y los trámites para que una persona sea considerada dependiente, severo o grave, son muy largos: “El diagnóstico tarda y durante ese período se deja al cliente en el limbo, desamparado completamente”, argumenta. Por eso, se queja de que haya pocos productos y que no tengan el mismo arraigo que los seguros de Vida o Decesos, siendo conceptos distintos y complementarios: “Es una pena que no se le esté dando la importancia que tiene”.
Además, como explica Ana Muñoz, socia directora de Ponce y Mugar Correduría de Seguros y secretaria general de Cojebro, se diferencia del seguro de Vida Riesgo porque este suele terminar cuando termina la vida laboral activa. En caso de accidente, te encuentras con un capital, que es importante, porque alivia las cargas familiares, evita el impacto económico, pero además se necesita aliviar el impacto emocional de las familias, unos servicios específicos, que en algunos casos requiere un cuidador 24 horas. “En el seguro de Dependencia, bajo mi criterio, es importante la suma asegurada para hacer frente a cuidadores o residencias, asistencia a domicilio, adaptar el hogar, etc., todos esos gastos, pero también los servicios colaterales que necesita el propio dependiente y la familia, como ayuda psicológica, fisioterapia y rehabilitación parar mejorar la movilidad, atención médica domiciliaria, asesoramiento y seguimiento por parte de profesionales de la alimentación. Cosa que un seguro de Vida Riesgo no facilita”, precisa.
Los tres expertos presentes en la mesa redonda de Pymeseguros debatieron sobre la fiscalidad que tiene el seguro de Dependencia. Virginia Calderón destaca que, en la actualidad, se aplica un beneficio fiscal a las primas pagadas para cubrir garantías de gran dependencia o dependencia severa, al ser consideradas como gasto reducible en la base de IRPF. Pero matiza que “con el límite general que aplica a sistemas de previsión social (1.500 euros anuales) como límite conjunto y compartido con el ahorro particular (a través de Planes de Pensiones o PPA)”.
Ahora bien, como puntualiza Ana Muñoz, esta deducción se incluye dentro del sistema de previsión social general, que tiene un límite máximo de 1.500 euros al año, por lo que si el tomador de un seguro de Dependencia también tiene un plan de pensiones por el que deducirse ese importe, en la práctica no se deduciría nada por el seguro y, por lo tanto, no obtendría ningún beneficio fiscal. En este sentido, insta a mejorar este aspecto, que, además, actuaría como acicate para su comercialización, “si esos 1.500 euros fueran exclusivamente para el seguro de Dependencia y no tuviera que compartir con la deducción de un plan de pensiones que te deja sin espacio”.
Aunque ese es el límite, José Antonio Buzón explica que, si el producto forma parte de la retribución flexible, este aspecto mejora: “Si hacemos un plan de retribución flexible, que es un producto que tampoco está desarrollado a través de la mediación, la fiscalidad tanto a las aportaciones de planes de pensiones como al seguro de Dependencia no tendría el mismo tope”, aclara.
Sin embargo, como menciona Calderón, este modelo “plantea una línea de desarrollo a promover por parte de las empresas”.
“Sería ideal que las empresas se concienciaran y promovieran este seguro”, aprecia Muñoz, a quien le preocupa, no obstante, que el cliente particular no se interese por el seguro de Dependencia. Y entona el mea culpa, ya que los propios mediadores muchas veces no le dan la relevancia que requiere: “Yo en mi portfolio, cuando voy a ver a un cliente, no llevo este seguro como algo prioritario. Debería llevarlo junto a Vida y Accidentes y, después, todo lo patrimonial”, reflexiona.
En su compañía, la subdirectora de Vida Particulares de Mapfre España reconoce que la comercialización del seguro de Dependencia de forma particular supone lógicamente un peso relativo de sus ventas en comparación con los seguros de Vida riesgo y Accidentes habituales, pero “apostamos por él convencidos y conscientes de la solución que supone a esta necesidad social”.
“Pero son versos sueltos”, inquiere la socia directora de Ponce y Mugar Correduría de Seguros. “Le falta comercialización e interés por parte de las aseguradoras y la mediación”. Además, en su opinión, si se consiguiesen más ventas se podría ajustar mejor la prima, porque se dispondrían de más estadísticas.
Buzón insiste en que a través de la retribución flexible se abre un campo de comercialización del producto interesante, aunque también en esta modalidad hay aspectos que mejorar, como la limitación de la cobertura a la vida laboral, que cuando se deja de trabajar aún quedan de media 20 años por vivir en los que no quedarían cubiertas las dependencias. En cualquier caso, cree que el consumidor de este producto no es un asalariado estándar, “que tiene su protección por la Seguridad Social y, en todo caso, lo que busca es un complemento de ayuda”, ya que el apoyo público no es suficiente a día de hoy para sufragar todos los gastos que una persona dependiente necesita. A su entender los potenciales clientes de Dependencia son autónomos, empresarios, profesionales y asalariados con unas características concretas, como solteros que no quieren hacerse un seguro de Vida porque viven solos. Asimismo, pide un esfuerzo a las compañías, ya que mientras algunas por un seguro de Vida cubren la invalidez absoluta y ciertas enfermedades o patologías que dan una dependencia, otras compañías no. Además, les pide que lo valoren y lo inculquen más como “un seguro personal importante y necesario, porque hoy por hoy la sociedad no está suficientemente amparada y cubierta, y desconoce las consecuencias que puede tener una dependencia”.
Virginia Calderón, subdirectora de Vida Particulares de Mapfre España, asegura que en su compañía se ha optado por diseñar un producto que realmente aporte un complemento económico al cliente a través de una renta vitalicia para toda la vida ajustable al importe que cada una necesita y que su economía se pueda permitir, “además, acompañándolo de otras garantía, como comentaba antes”.
Sin embargo, para Ana Muñoz, socia directora de Ponce y Mugar Correduría de Seguros, cuando se trata de la retribución flexible cree que es más importante el seguro de Vida Riesgo, Accidentes y Salud porque adquiere más compromisos durante toda la vida laboral activa del empleado. Además, entiende que éste deje de tener validez cuando uno se jubila, porque algunos compromisos que se tenían ya suelen estar resueltos, como el pago de la hipoteca. “Sin embargo, el seguro de Dependencia no tiene fecha, se produce cuando se produce y, en gran parte, es en edad avanzada”, matiza, toda vez que la mayoría de patologías incapacitantes empiezan a mostrarse a partir de una edad madura. De ahí que ella, como corredora, vea más importante apostar por la contratación de este producto a nivel personal. Y, en este sentido, se queja de que las primas no sean asequibles, ni que la fiscalidad propicie su contratación y pide que se posibiliten alternativas, como pueden ser los microseguros, que se podrían comercializar de manera masiva para ofrecer esos servicios colaterales, pero tan sumamente necesarios.
“El riesgo que cubre es ilimitado”, asegura Virginia Calderón, quien establece que la principal ventaja de este producto es que “es una renta vitalicia para toda la vida”. Ahora bien, explica que en el caso de su compañía existe la posibilidad de rescate en caso de necesidad, transcurrido el primer año siempre que se haya contratado la garantía de fallecimiento, y con ciertos límites (por ejemplo, con el máximo del 50% de las primas pagadas). De esta forma, aporta la tranquilidad de saber que el dinero que se ha ido pagando no va a fondo perdido. Además, en la línea más parecida al formato de microseguros, ya cuentan con seguro de Accidentes dirigido a los séniores, que cubre lesiones accidentales comunes como por ejemplo una quemadura cocinando o una caída en el baño, además de unos servicios de atención a la persona y de asistencia a domicilio.
“Esa sería una solución para comercializar los seguros de Dependencia”, insiste Ana Muñoz. “Sería una solución, que seguro nos ayudaría mucho a tener esa experiencia que yo creo que nos falta”, añade, ya que a su parecer es un seguro necesario para la sociedad y cuanto más se vendiera, más se podría ajustar la prima. “No se sabe bien qué prima poner porque no hay experiencia, no hay experiencia, no hay estadísticas porque no se vende mucho, no se puede medir cuánto vale una dependencia o una gran dependencia”, concluye.
El director técnico y gerente de Cohebu Correduría de Seguros también es partidario de la creación de un microseguro, que lleve el componente de dependencia, porque es una necesidad de la sociedad de la que todavía no se es muy consciente, a pesar de que cada vez en mayor medida se produce y en edades, muchas veces, tempranas. En este sentido, lo enfocaría partiendo de la base de un seguro de baja diaria, “una baja temporal para perfiles muy genéricos que no necesariamente son asalariados y para que no tenga efectos fiscales en vez de darle un capital único o capital por renta, darle una prestación de servicio tipo residencia, una persona de asistencia, teleasistencia...”.
“Es caro porque dota a este seguro de una alta suma asegurada y además vemos la necesidad cuando tenemos 50 y tantos años, porque los clientes de 30 ni se lo plantean”, refrenda la socia directora de Ponce y Mugar Correduría de Seguros, quien coincide en que es esencial que el seguro incluya esos servicios, especialmente los que tienen que ver con el apoyo psicológico, apoyo moral a las familias.
Insiste Calderón que, en el caso del seguro de Dependencia de Mapfre, puedes pagar una prima desde poco más de 60 euros al mes, pero todo depende de factores como la edad de la persona y de la renta que necesite vitalizar”.
“Yo creo que un seguro de Dependencia sí se puede calcular más y mejor que uno de Vida, porque por desgracia, una persona cuando pasa a ser dependiente, su esperanza de vida es muy limitada”, asegura José Antonio Buzón, director técnico y gerente de Cohebu Correduría de Seguros. En la mayoría de los casos que haya una enfermedad o una patología con cierta inhabilitación, no suelen pasar de los 15 años. Para él el problema es cómo está articulado el producto, como un capital renta, cuando debería ir más enfocado al tema asistencial: psicológica, domiciliaria...
“Si se le quita la suma asegurada, lo dejas en un microseguro y lo abaratamos, muchísimo”, propone Ana Muñoz, socia directora de Ponce y Mugar Correduría de Seguros, a la vez que aboga por que haya dos opciones en el seguro de Dependencia: una enfocada a ofrecer servicios y otra al capital.
Otra opción que se podría barajar es que el seguro de Dependencia pudiera ir asociado a un producto de ahorro, medida que, según José Antonio Buzón, puede hacer que el cliente aprecie que parte de la prima es para una protección personal y que en determinadas circunstancias de necesidad económica pueda recuperarla. Así, aunque lo vería positivo, pide un esfuerzo importante a las compañías para que esa prima no sea tan elevada y se compense la de ahorro con la parte de dependencia. Sin embargo, a su entender, actualmente las aseguradoras están dejando de ser un referente en cuestiones de ahorro, por lo que tendrían que esforzarse en ganar mayor credibilidad en este aspecto: “Hay productos de ahorro en el mercado asegurador, a través de compañías europeas que trabajan en España, pero falta que todas se lancen a dar un producto garantizado o con una rentabilidad medianamente buena para que sigamos los mediadores desarrollando un producto de ahorro”, insta.
“Las aseguradoras deben abordar de manera efectiva la solución a este producto, ver la fórmula adecuada para que sea comerciable”, comenta Ana Muñoz, quien insiste en que al ofrecer una renta vitalicia no es que el seguro sea caro, sino que “tiene su justo precio”, pero hay que evaluar cómo abaratar el producto para que llegue a más gente.
Por eso, la subdirectora de Vida Particulares de Mapfre España cree que “debe ser complementario al ahorro particular, que siempre debe existir por salud financiera, tanto para la jubilación como para cubrir imprevisto o cumplir con otro tipo de metas u objetivos personales. Una situación de dependencia, obviamente, es un imprevisto y, si no contamos con un respaldo para ello, la solución viene dada por el seguro personal de Dependencia a una prima asumible y personalizable”.
“Si lo piensas bien, con el seguro de Dependencia estás ahorrado para luego recibir una rentabilidad, en el caso de que la necesites”, menciona Muñoz, quien incide en que lo que se necesita “son productos un poco más asequibles para poder comercializarlos y que sea atractivos para el cliente”.
Atender la dependencia
Para Buzón sería un enfoque interesante, toda vez que muchos clientes prefieren proteger sus patrimonios antes que a ellos mismos, por lo que el papel de los corredores sería conseguir que se dieran cuenta de que hay que primar la protección de la persona. “Por la parte de las compañías y Unespa hay que crear esa visión social, esa realidad que es la dependencia y lo necesario que es tener una protección, incluso en casos de una enfermedad temporal o una incapacidad por un accidente”, sostiene.
De hecho, como menciona Virginia Calderón, subdirectora de Vida Particulares de Mapfre España, la DGSFP tiene en marcha un proyecto para cuantificar la longevidad y la necesidad de atender la dependencia. “Y todos los pasos que se den en esa dirección, sin ninguna duda, favorecerán esa labor de concienciación que necesitamos, como ciudadanos lo primero y a las compañías que somos la que aportamos esa solución, alude, ya que en soluciones de dependencia y dirigidas a los mayores, todavía hay muchas cosas por hacer”.
El director técnico y gerente de Cohebu Correduría de Seguros insiste en que los clientes sobre todo piensan en el coste, por lo que hay que trabajar ese tema, así como el efecto fiscal, que tampoco está bien articulado. “Por eso, no debe consistir solo en una renta, sino también es importante que haya un servicio, porque es preferible no cobrar dinero y que me alojen en una residencia o que me den un tratamiento o que venga a verte un psicólogo dos días al mes”, propone. En definitiva, no estar desatendido por tener una dependencia y contar con ayuda para desplazamientos, limpieza, comida.... “Hacer un poco de vida después de las limitaciones que una persona dependiente tiene”, zanja.
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