La Comisión Europea planea subir los aranceles a los coches eléctricos importados desde China. Ha concluido que Pekín ayuda a sus fabricantes con subsidios de forma “injusta”, lo que distorsiona el mercado y perjudica a los competidores europeos. Para compensarlo, este miércoles ha decidido incrementar los impuestos que pagan en las aduanas los vehículos que lleguen a la UE desde el gigante asiático, aunque no de igual forma para todas las empresas: SAIC tendrá que abonar un 38,1%, el arancel más alto; BYD, el mayor grupo chino, un 17,4%.“Nuestro objetivo no es cerrar el mercado de la UE a los vehículos eléctricos chinos, sino garantizar que la competencia sea justa”, ha argumentado el vicepresidente de la Comisión y máximo responsable de Comercio, Valdis Dombrovskis.
Bruselas advierte que la decisión adoptaba este miércoles es provisional y que, además, no entra inmediatamente en vigor. Ahora se les ha comunicado a todas las partes (China, fabricantes y Estados miembros) y será el próximo 4 de julio cuando empiece a aplicarse. En estas semanas, esos aranceles podrían variar si las empresas afectadas aportan alegaciones que el Ejecutivo de la Unión considere “suficientes”. Los países de la UE, por su parte, serán informados, aunque no es competencia suya aprobar la decisión. No obstante, es probable un debate intenso durante estas semanas, puesto que Alemania siempre ha mostrado sus reticencias a que la Unión diera este paso.
Pekín, por su parte, ha reiterado este miércoles su rechazo a la investigación y la ha calificado de “proteccionismo”, tal y como ha asegurado Lin Jian, portavoz chino de Exteriores, durante una comparecencia rutinaria poco antes de que la UE hiciera públicos los aranceles. Su imposición, ha añadido Lin, “es contraria a los principios de la economía de mercado y a las normas del comercio internacional, socava la cooperación económica y comercial entre China y la UE y la estabilidad de la cadena mundial de producción y suministro de automóviles y, en última instancia, perjudicará los propios intereses de Europa”, según varios medios chinos.
La decisión de imponer aranceles provisionalmente a los vehículos eléctricos fabricados en China planeaba sobre la capital de la Unión desde que el pasado septiembre la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunciar al inaugurar el curso político que iba a abrir una investigación por sospechar que Pekín daba subsidios masivos a las compañías chinas y distorsionaba así la competencia en el mercado europeo. Este paso no partió de una denuncia previa del sector continental o de algún fabricante concreto, lo habitual en este tipo de investigaciones.
Este movimiento “de oficio” de la Comisión anunciaba, asimismo, el cambio de actitud de la UE hacia China. A la investigación sobre los subsidios a los fabricantes de coches eléctricos, se ha sumado en los últimos meses otra sobre los productores de paneles solares, los de aerogeneradores e, incluso, sobre la contratación pública por parte de los gobiernos del gigante asiático en el sector sanitario que perjudicaría a las empresas europeas. Todos estos expedientes son el despliegue concreto de parte de la nueva estrategia de acercamiento a China, que pasa por reducir la gran dependencia europea en muchos sectores, especialmente los vinculados a la transición energética, impulsando la producción autóctona y diversificando las importaciones. Algo que se ha descrito desde Bruselas con una palabra en inglés: de-risking, es decir, reducir el riesgo.
Pero desde China, que ha hecho una apuesta enorme por convertirse en líder mundial en sectores punta paneles la transición climática (coches eléctricos, paneles solares, materias primas críticas), esto no es más que una variante disfrazada de proteccionismo. Por eso, el portavoz Lin ha instado a la UE a que “cumpla su compromiso de apoyar el libre comercio”, y ha asegurado que Pekín se “tomará todas las medidas necesarias para salvaguardar firmemente sus derechos e intereses legítimos”.
www.pymeseguros.com